La dislexia se detecta tarde lo que provoca mucho sufrimiento a los niños que la padecen

Ester Carbajales es médico de familia y madre de dos niños con dislexia. El mayor tuvo que repetir un curso hasta que dieron con el diagnóstico; «con el pequeño estábamos alerta y ha tenido apoyos desde mucho antes, por eso lo lleva mucho mejor», así explica la razón por la que asumió la presidencia de la Asociación gallega da dislexia (Agadix). Y se implica tanto que cuando las familias marcan el número de esta entidad (608 570 211) es ella misma la que atiende y después se desplaza para encontrarse con ellas. «Tengo muy presente lo desesperante que es lograr un diagnóstico y que no todo el mundo puede acceder a un centro privado», cuenta. Agadix no tiene sede, pero cuenta con una persona de referencia en la comarca: la pontesa Chus Torreiro.

-¿Qué es lo que más preguntan las familias que llaman a la asociación?

-Solicitan mucha ayuda, porque todavía hay profesores que piensan que la dislexia no existe y por eso los chavales se quedan atrás, repiten, porque cuando se enfrentan a la lectura es que no pueden. Es como si obligásemos a un zurdo a escribir con la derecha o a estar sin gafas a un gran miope. Por eso, el gran objetivo de Agadix es dar visibilidad a esta alteración y que se adopten las medidas que necesitan los niños para estar en igualdad de condiciones que el resto.

-¿Qué falla a la hora de detectar este problema?

-En los colegios hay un gran desconocimiento por parte de los profesionales, es algo a priori, increíble. Lo que suele suceder es que detectan el problema, que el niño no va bien, pero después no lo etiquetan. Hay que luchar mucho para que tomen las medidas que se deben tomar. No es una cuestión de mala fe, nosotros tenemos familias que les dicen en los centros que la dislexia no existe. Y no es cierto que haya niños burros y listos, solo hay pequeños con diferentes capacidades. También nos llaman de colegios en los que no saben muy bien cómo hacer y necesitan información. Nosotros atendemos a todos, no solo a las familias.

-¿Cuáles son las primeras señales de la dislexia?

-Cuando se enfrentan a la lectura, en primer curso de primaria. Antes, en infantil, es más difícil percatarse de su aparición. Ahora ya no se hace esta comparación, pero hasta hace poco para diagnosticar la dislexia los protocolos hablaban de un retraso de dos años con respecto a los demás niños.

-Y cuánto más se tarda en detectarla…

-Ese es el gran problema: la dislexia se detecta tarde y mientras los niños sufren mucho, porque ven que no pueden, que no son capaces y entonces comienzan a escaparse de todo lo que tenga que ver con los libros. Hay que pensar que pasan una angustia horrible y nosotros hemos visto casos en los que no se ha diagnosticado hasta los 16 años. Por eso, nuestra pretensión es que antes de que se termine el segundo de primaria todos los pequeños estén diagnosticados. Las mayores dificultades las encuentran en tercero de primaria, porque es cuando deben enfrentarse a estudiar contenidos más densos.

-¿Cómo se les puede ayudar?

-Tanto en nuestra página, como en nuestra web tenemos una serie de recursos que se pueden usar, desde vídeos que se encuentran en YouTube o las adaptaciones que se deben hacer en el aula, con clases más orales y materiales diferentes en lugar de libros de texto. Otros problemas son la cantidad de niños que hay en el aula, para un disléxico son demasiados, necesitan un profesor que esté más pendiente de ellos. Con los exámenes se pueden hacer orales, con preguntas claras y con más tiempo, aunque cada pequeño tiene unas necesidades.

-Parte de esas medidas las reclaman en una campaña…

-Sí, se trata de una campaña en la que colaboran otras 15 asociaciones y que empezó con un primer encuentro el 21 de enero, ya tenemos un documento para la inclusión de un nuevo artículo que garantizará una atención específica de este alumnado con dificultades específicas de aprendizaje en la nueva ley educativa que esperemos que se elabore tras el pacto de educación..

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